Un planeta con los recursos limitados no puede soportar el crecimiento perpetuo del nivel de consumo actual basado en la extracción del stock natural y es necesario que los habitantes, principalmente de los países ricos, acepten una bajada en su nivel de consumo de energía y de bienes materiales. La reducción del consumismo y por tanto de la producción, pero no de las necesidades básicas, permitirían liberar a los/as trabajadores/as de labores superfluas, disminuir el stress relacionado con el trabajo y, por supuesto, vivir en un entorno menos contaminado (“La alegría de vivir” de Nicholas Georgescu-Roegen a la cual aspira todo ser humano).
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