1 d’oct. 2009

Bosque de alimentos (podemos crear bosques que nos alimenten)

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Nuestro planteamiento no es nuevo y está adaptado a todos los públicos, porque parte del tradicional huerto con unos pocos frutales y un pequeño trozo de huerta, detrás de la casa o cerca de la misma, que casi todo el mundo tenía para procurarse gran parte de su alimentación y no depender para comer de si iba bien su trabajo. Esta tradición aún puede observarse en las afueras de las ciudades, y con mayor presencia en pueblos apartados.

Tras un tiempo desarrollando nuestros propios proyectos, hemos llegado a la conclusión de que el ser humano no debería vivir de un MONOCULTIVO ni de un MONOTRABAJO. No consideramos correcto el monocultivo porque generalmente tiene un fin puramente comercial, porque depende de muchas cosas externas para funcionar, porque no existe en la naturaleza y porque no puede llevarnos a la autosuficiencia alimentaria. En cuanto el monotrabajo, también pensamos que una persona no puede depender de su trabajo (o empleo) para poder alimentarse, por lo que consideramos que primero ha de asegurarse su comida,  y después tener uno o más trabajos para cubrir las demás necesidades.


Nuestra respuesta a los actuales problemas ha sido el “Bosque de alimentos”, un sistema de cultivo que imita el funcionamiento del bosque natural, pero con el objetivo de producir la mayor diversidad posible de alimentos a lo largo del año, que cubran todas las necesidades nutritivas, partiendo del saber tradicional de los agricultores (tanto de España como de otros países). Para ello, se plantean tres niveles de cultivo: frutales, arbustos y plantas hortícolas, que se distribuyen aprovechando al máximo el espacio y se sitúan de forma que se complementen. Como objetivo último pretendemos que una vez el bosque está establecido, intervenimos lo mínimo (dejando al bosque evolucionar) y obtenemos alimentos con muy poco esfuerzo.


A partir de nuestras experiencias, pretendemos comunicar a todo el que quiera escucharnos que podemos llevar una vida más simple que la actual, con un ritmo más lento, con posibilidad de disfrutar del presente y reconectar con los ritmos de la naturaleza, en lugar de trabajar para el mañana que nunca acaba de llegar. Podemos simplificar nuestra vida, hasta el punto de trabajar menos horas, y tener más tiempo libre para nosotros mismos y nuestros seres queridos. Podemos conocer nuestras necesidades reales y desprendernos de lo demás. Podemos conectar con nuestra respiración, tranquilizar nuestra mente para ver la vida con más claridad y dejar paso a nuestra creatividad. Y lo que es más importante, podemos dejar de perder el tiempo con cosas superficiales y VIVIR.

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