20 d’abr. 2011

La juventud, sin embargo, se mueve

Ya es oficial: la generación nini no existe. El Consejo de la Juventud de España lo ha dicho muy claro en uno de sus últimos informes: sólo un 5,6 % de los jóvenes de entre 16 y 34 años ni estudian ni trabajan.
A pesar del alto paro juvenil del 27,5%, del cual, por cierto, no son los jóvenes precisamente los culpables, sería un grave error afirmar que la juventud actual es acomodaticia y carente de inquietudes. De hecho, el 94,4 % de los jóvenes inactivos laboralmente estudian o realizan otras actividades no remuneradas. Por ejemplo, el voluntariado, al que se dedican más de un millón de españoles y españolas menores de 30 años. Un número bastante significativo que hace que nos preguntemos por qué no hablamos antes de la generación solidaria que de la generación nini.
O que nos preguntemos por qué no hablamos antes de la generación lectora. Si observamos el último Barómetro de Hábitos de Lectura de la Federación de Gremios de Editores de España, correspondiente al pasado año 2010, el mayor porcentaje de lectores entre la población española se da en la franja de edad comprendida entre los 14 y los 24 años, (70,2%, frente a la media nacional del 60,3%). Curiosamente, de dicho barómetro se destacó principalmente que los jóvenes leen sobre todo en formato digital. Pero no se incidió tanto en el hecho de que son los que más leen.
Ciertamente, el retrato de la juventud actual es mucho más rico, variado y complejo de lo que a menudo nos quieren hacer ver. Es evidente que existen graves problemas, como refleja el alto índice de fracaso escolar entre los adolescentes españoles, asunto del que se viene ocupando el informe PISA en sus sucesivas oleadas. Pero también podemos observar que el deterioro que se está produciendo en la educación no es un fenómeno aislado de otro más general, como es la pérdida de calidad de todos los servicios públicos esenciales, fenómeno que es igualmente visible en la sanidad. Aquí tampoco son los jóvenes los principales culpables, como resulta evidente.
Todas estas consideraciones sobre la juventud y la sociedad en la que la juventud se desarrolla no parecen tener importancia para los principales medios de comunicación de este país. Muchos de estos medios de comunicación, curiosamente los más reaccionarios ideológicamente,calificaron la manifestación de la plataforma Juventud Sin Futuro del pasado 7 de abril como “la protesta de los ninis”. Posiblemente la razón de este enfoque tan alicorto sea que a los altavoces mediáticos de determinados intereses políticos y económicos les interesa realmente la existencia de una juventud adocenada, ignorante y totalmente desmovilizada. Una juventud que ni estorbe ni pida cambios. Tal vez eso es lo que quieren decir realmente cuando hablan de los ninis.
Cuando la evidencia de que la juventud, “y sin embargo, se mueve”, como diría Galileo, es demasiado patente, sólo queda la otra opción: la de la criminalización. De nuevo, la manifestación de Juventud Sin Futuro supone un claro ejemplo. En los informativos televisivos que cubrieron la marcha, la imagen que más se repitió no fue precisamente la de los jóvenes abarrotando las calles, sino la de los enfrentamientos aislados que se produjeron después, en los que fueron detenidas 13 personas.
La criminalización: un prejuicio tan viejo que ya no tendría que asustar, si no fuera porque a veces provoca que paguen justos por pecadores. El próximo mes de octubre comenzará el juicio a nueve de las 21 personas que fueron detenidas durante las manifestaciones espontáneas que dieron origen al movimiento VdeVivienda en Madrid. La acusación va a pedir 5 años y 2 meses de cárcel para siete de las personas imputadas, y 6 años para las otras dos. Un precio muy alto, demasiado en contraste con el que no van a pagar quienes se lucraron con la burbuja inmobiliaria que sufrimos actualmente, y que seguiremos padeciendo unos cuantos años más todavía.
En cambio, a estos chicos y chicas que sufrieron las detenciones, y que jamás, y hablo con conocimiento de causa, han tenido comportamientos violentos, se les imputan delitos tan graves como atentado a la autoridad y desórdenes públicos. Todo basado exclusivamente en los testimonios policiales, ya que no hay más pruebas. Lo que sí hay es un grupo de jóvenes que no piensan dejar a los detenidos y detenidas en la estacada. El pasado sábado, este colectivo de apoyo, llamado Detenidos por una Vivienda Digna, volvió a manifestarse en las calles de la capital, en un acto incluido dentro de una campaña de solidaridad que ya está anunciando nuevas acciones y movilizaciones a través de su web www.detenidosporunavivienda.org
El desprecio y la criminalización de la juventud son posturas propias de quienes temen a los hombres y mujeres que en el futuro heredarán el planeta, y que por ello pueden sentir la tentación, incluso la necesidad moral, de cambiar las cosas. En un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia, que se calcula que tiene la friolera de más de 4.000 años de existencia, se puede leer lo siguiente: “Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura”. Como sucedió entonces, al igual que ahora, no hay nada que temer: precisamente porque hay una juventud que se mueve y que quiere que el mundo siga girando, continuaremos adelante.
Daniel Jiménez es redactor de Noticias Positivas, antiguo miembro de VdeVivienda y actual colaborador en temas de comunicación con la sección de Acción Social del sindicato CGT en Madrid. También es el responsable de comunicación de Ecolo Verdes.

Imagen: Cartel de la campaña de apoyo a los detenidos y detenidas en las movilizaciones de la vivienda. Cortesía de Detenidos por una Vivienda Digna.

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